Aunque la crítica al Estado ha estado muy presente en la historia reciente, con los
editoriales de Bernardo Neustadt o la empleada de Gasalla como íconos, hoy adquiere otros
sentidos: no apunta tanto a las empresas estatales como a “los vagos que viven de los planes
sociales” y al empleo público. Sin embargo, está lejos de constituir un consenso unánime.